Sekiro: Shadows Die Twice

Sekiro no es un juego difícil. ¿Es difícil en las primeras decenas de horas incluso para un veterano con alma? Sí, es difícil, pero no es un juego imposible o intransitable como lo llamaron los periodistas de juegos, exigiendo que Miyazaki agregue un nivel de modo. ¿Cuál es entonces su dificultad? Me parece, en el propio jugador. Sekiro requiere que el jugador esté aún más concentrado, más perseverante y más dispuesto a ganar que en juegos anteriores de FS. Es el jugador, y no su personaje del juego, quien mejora sus habilidades con cada nuevo intento de derrotar a Lady Butterfly o al mono guardián. Es el jugador quien, habiendo comprendido el combate y los movimientos de los enemigos, que en Sekiro se han vuelto más antropomórficos (en su mayor parte), se vuelve más ágil y furioso con cada nuevo intento.

Y un día, las peleas del jefe se transforman suavemente en una hermosa coreografía de batalla. Y esta belleza y gracia de la lucha, característica principalmente de series de anime, como Samurai X o Bleach, sumada a la velocidad de la batalla, es adictiva y apetece cada vez más. Pero hay muy pocos juegos de este tipo, pero realmente espero que algún día se anuncie una secuela, porque por alguna razón Miyazaki hizo el final "El regreso del dragón".

Maldita sea hijo, me encanta este juego.