Antes de Outlast, no estaba muy familiarizado con los juegos de terror y durante mucho tiempo no me atrevía a jugarlos. Todo el mundo hablaba de lo aterrador que era, de cuántos ladrillos habían hecho y la llamaban la mejor película de terror. Desafortunadamente, las cosas resultaron diferentes para mí.
El juego comenzó con un viaje nocturno a un hospital psiquiátrico, un lugar envuelto en misterio y oscuridad nocturna. Tuve que llegar a este lugar de una manera inusual y lo desconocido se apoderaba de mí cada vez más. Pero pasaron varios minutos y varios momentos inesperados antes de que todo terminara. En menos de una hora me acostumbré a este lugar, aprendí todo y el miedo desapareció y el juego ya no intentó mostrarme algo nuevo. Comenzó una rutina de correr entre hombres con tuberías, buscando tres fusibles o grifos. Entonces la cámara se cayó por algún lado y un tipo gordo estuvo corriendo detrás de mí durante todo el juego. Hubo muy pocas situaciones tensas y se volvió aburrido. Lo único que me mantuvo adelante fue una buena historia y las ganas de ver el final.
Unas horas más tarde vi la luz detrás de la puerta abierta y concluí que mi aventura era demasiado larga y no podía obtener el placer adecuado. La atmósfera de este lugar se desintegró demasiado rápido y el único factor que empujó fue el deseo de ver el final con créditos.
Outlast es un buen juego, pero no esperes nada especial de él y puede que te guste.