Un simulador de deidades que evoca impresiones muy variadas. Misiones y tareas constantes, un sistema de "planificación urbana e infraestructura" para los asentamientos, diversidad de terrenos: todo esto, al parecer, es muy bueno. Es especialmente agradable el templo del celestial (jugador), que luce majestuoso con el telón de fondo de las casas de los creyentes. Pero el diseño plantea interrogantes en muchos sentidos: aquí tienes mascotas gigantescas de aspecto extraño y personitas dibujadas francamente feas. Lo que también es preocupante es el hecho de que constantemente tenemos que cambiar el lugar de dominación.