Antes de jugar la quinta parte de Splinter Cell, esperaba ver en él un entorno interactivo: la capacidad de usar sillas como armas, mover gabinetes y bloquear puertas con ellas (una vez leí sobre esto en una revista "en papel"). Pero lo que obtuvimos al final es un juego de acción de pasillo con sigilo primitivo y que tiene poco en común con juegos anteriores de la serie.
Sam ha cambiado una vez más: se ha convertido en un tío enojado con el mundo entero, el dispositivo de visión nocturna se ha convertido en un ecolocalizador.
La trama no brilla por su originalidad: hay una pequeña intriga con la hija de Fisher y una vez más debemos evitar un ataque terrorista en Estados Unidos.
Aunque cuando vi la primera versión de "Conva", un juego de sigilo social como Assassin's Creed (aunque la versión … Leer completo