Una vez, allá por 2007, me compré un juguete llamado "Fahrenheit The Indigo Prophecy". Instalado. Luché con los controles durante media hora y me di por vencido. Al día siguiente decidí intentarlo de nuevo... y ocurrió un milagro. Y el secreto del milagro resultó ser simple: no es necesario mover el mouse de un lado a otro, salpicar el monitor con baba y gritar: "¡Quién hace este tipo de control!" Por el contrario, en los minijuegos en los que necesitas presionar botones rápidamente, no necesitas dormir. Un año y medio después, lo volví a jugar con un gamepad (anticipando que “ahora mismo definitivamente derrotaré a todos con un solo botón”). No es así. Haber sido sorprendido por un policía en el baño 8 veces (¡ocho, Karl!) por el motivo “No puedo coger un trapeador/no puedo lavar el piso/… Leer completo