Jugabilidad ya familiar, un poco aburrida y fácilmente reconocible con un claro sabor a India.
Esta vez, la paz y el orden llegarán por la fuerza al reino montañoso de Kirat. Un reino pequeño pero rico en drogas, oro y mercenarios con otro líder enfermo mental.
Es con el conocimiento de esta extraordinaria personalidad que comienzan nuestras desventuras y, intercaladas con misiones de interés medio y tiroteos más interesantes, continúan con una serie de encuentros no muy cálidos.
En general, el juego atrae a un jugador promedio fuerte, aunque da la impresión de que fue difícil generar ideas y el cronograma dictaba que las decisiones se tomaran rápidamente.